Nuestras risas alocadas se dejaban escuchar en el auto. No podía soltar tu mano ni tu la mía, nuestra mirada nos decía “No me dejes, quiero estar esta noche contigo”. Pasamos a tu casa, y botamos una planta, no se rompió nada, pero si quedo la tierra esparcida, pero que importaba, nosotros solo nos dejamos guiar por nuestros besos. Besos apasionados donde perdíamos el aliento a menudo, tus manos buscaban mi cuerpo entre la oscuridad, mientras las mías en tu cintura te apretaba contra mi.
No se como pero seguimos camino entre la oscuridad, sin que nuestras bocas se separan hasta llegar a tu habitación. La luz dio paso a un nuevo ambiente, donde podíamos vernos fijamente, donde nos deseábamos aun más, y donde solo éramos tú y yo.
Estiras tus brazos sobre mi, y yo sin impedimento te despojo de ropas y caemos en una nube donde entre cojines nos miraban los peluches de nuestros aniversarios de pololeo. Tus manos se enredan en mis ropas y como por arte de magia desaparecen por los costados, la luz comienza a bajar, y nos dejamos llevar por el placer, y la luz ahora tenue de la lámpara de tu velador nos invitaba a jugar sensualmente con nuestros cuerpos, nosotros, tu y yo, sobre una nube, y nuestra imaginación llevaba por la pasión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario